sábado, 4 de febrero de 2012

Momentos subrealistas.

Quizás sea el tiempo, o el yo que sé, pero hoy es de esos días en los que estoy más a gusto en mi casa fuera de todo, en mi mundo, que en el mundo exterior con el frío.
Igual que dije que no me gustan las despedidas, digo que me empiezan a gustar los cambios, pero poco a poco.
No soy de gustos fijos, es verdad.
Hace unos meses detestaba los cambios con todo mi ser. Supongo que porque llevaba todo el año cambiando una y otra vez, durante más de 7 meses. Y hace meses tuve que hacer uno de los cambios más importantes de mi vida. Al principio no me lo tomé muy bien, iba con miedo y con mi inseguridad de siempre, pero poco a poco se me iba pasando.
Pues bien, ese cambio suponía empezar a estudiar en otro instituto Administración de Empresas, y me alegro de ese cambio. Y no solo porque llegó el momento en que empecé a odiar dónde estudiaba y la gente que había, sino porque siento que he madurado, y que sigo haciéndolo día a día.
Los cambios a veces no están tan mal, sólo tengo que saber cómo tomármelo, y  en los que más miedo me dé pensar en que con esos cambios y el día a día la gente (yo) va madurando y creciendo como personas.
Ahora bien, tiene una doble vertiente que te hace darte cuenta de la gente que creías que estaba ahí, ya no está tanto, y se va notando en pequeñas cosas. Bien hay que decir que cuando se les necesita, esas personas están. Pero a veces gusta que estén sólo por estar, no cuando estas hundida. Pero bueno, eso ya es otro tema.
No ha existido peor comiendo del año como el de 2011, y a la vez tan bueno. Porque estaban ellas (y con eso me basta)
Y no hay mejor comiendo de año como el de 2012, la primera persona a la que vi, fuera de mi familia, fue Rubén (¡oh mi Rubén!), y luego a ellas (y me sigue bastando con ellas)
Y si, como siempre me he cambiado de un tema a otro sin venir a cuento. Me encanta.

No hay comentarios: