sábado, 21 de mayo de 2011

Te lo dije, ¡No se puede mezclar tus ojos con el alcohol!


Y de pronto todo termina. Y se sientes sola, aturdida, no te lo crees… pero en realidad ha ocurrido y no hay marcha atrás. Te esperas tres días sin saber ni qué hacer ni que decir. Días vacíos  Y entonces os tenéis que volver a ver... y no es como en realidad esperabas. Ya no hay besos, ni caricias. Ni sonrisas, ni miradas… Le miras intentando captar todos sus detalles en el menor tiempo posible pero... esta tan convencido de que es lo mejor… y de pronto el abrazo de despedida. Necesitas tanto que ese abrazo no termine, pero sabes que lo hará. Te niegas a pensarlo, y desear que todo sea un sueño, pero no lo es… y le necesitas cada vez más. Llegas a tu casa metida tanto en tu mundo que ni siquiera recuerdas como has llegado hasta ahí. Llegar y seguir vacía. Una vez más. No sabes ni cómo pasar la tarde. Sales, te obligan a salir. Te distraes. Lloras, ríes, te empanas. Sigues es tu nube. En tu burbuja sin saber cómo explotarla. Estas confundida. Te sientes tan pequeña… todo está cambiando, ya no tienes el motivo, de no tener motivos para salir, de salir sin más. Solo por verle… Te encierras en ti misma, y te das cuenta que no es la solución. Intentas llenar tu vida con otra gente, otros cambios. Te haces pasota, y te lo guardas todo, sin más. Y pasa los días, semanas, meses y explotas. Y no hay vuelta atrás. Si antes habías caído poco a poco de tu nube, casi flotando. Ahora caes de golpe, con un PUM al llegar al suelo, sin poder disimularlo. Y ahora te toca recoger pedacitos. Y aquí estamos, yo y mi ego, recogiendo lo que me queda.

No hay comentarios: