viernes, 11 de enero de 2013

La sensación de estar agotada, tanto física como mentalmente.



Lo peor de todo esto es que llevo demasiado tiempo dándole vueltas. ¿Por qué no podría ser de esas personas que no necesitan pensar las cosas mil veces, que no necesitan tener todo calculado, que no buscan fallos en todo? En todo.
Tampoco creo que yo tenga la culpa de todo, ¿no?
Lo que ocurrió, fue porque tenía que ocurrir, y las personas se cansan. Por cruel que parezca.
Un camino largo, lleno de pensamientos y recuerdos que invaden tu calle, y las mil siguientes.
Y aquí estamos, mi orgullo y yo esquivando a esa multitud.
Entonces miras al cielo, y “puaf” al suelo.
Ahí tirada es dónde peor se piensa.
Manos a la cabeza, y cabeza entre las rodillas.
Entonces lo recuerdas los “te echo de menos” y a ti, gilipollas.
Me levanto, y miro hacia atrás, ahí están todos amontonados, como un sábado por la mañana de rebajas esperando a que abran las puertas.
Error por error.
Pero aquí estás tú, y si todo eso (mirando hacia atrás) me ha llevado a ti, ¿Por qué han de ser errores? ¿Por qué no se hicieron bien en su momento? Quizás. Pero de errores se aprende, y yo debo ser una persona muy, muy, inteligente (sino no me explico.)

Ni el bucle de tu habitación te salva de esta, Olga.

Te cagaste de miedo, te cansaste, te peleaste, diste moneda por causa perdida, te soltaste, te agobiaste.


Y de pronto, el verano.


No hay comentarios: