Aquellos días fueron especiales.
Fuimos viento, aire, los rayos
del sol y tantas cosas que se dicen enamorados, pero también fuimos la arena
pegajosa de la playa a la que solíamos ir los domingos y las hojas que se caen
al llegar el otoño… Eso era lo bueno, éramos todo y nada, más todo, como todas
las peleas y todas las reconciliaciones. Eso es lo malo, que quisimos todo, de
golpe y nos chocamos, como se chocan los pájaros contra los cristales de los
rascacielos que tan limpios están, y explotamos como las pompas en la pared y
los techos…
Y ya no me quisiste más. Y yo
recordando a cada segundo como me acariciabas la espalda.
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